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La Novia Equivocada Novela de Day Torres

Capítulo 102
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JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 20. iQué quieres, Rex!? Era mejor que lo golpearan, fuerte en

la cara. Rex prefería eso porque las palabras de Meli recordándole que Sophia era la mujer de otro

hombre simplemente lo estaban volviendo loco. Se le revolvió el estómago cuando Will le lanzó una

mirada asesina y entró a quedarse con Sophi. -¡Bueno, ya nos puede decir qué tiene?-gruñó Rex

mirando feo al médico. -Pues la señora sufrió una deshidratación severa, provocada más que nada por

los vómitos – respondió el doctor-. Pudo ponerse peor, pero en este caso, por suerte, no está

embarazada, solo es una gripe estomacal, así que un par de días de sueros y descanso la pondrá

como nueva. -¿Estará bien en cuatro días, doctor? – preguntó Meli. – ¿Pasa algo importante en cuatro

dias? – preguntó el médico. -Sí, es su boda…

-¿En serio, Meli!? – la increpó Rex furioso-.¿Tu hija está internada con una cosa seria que la hizo

desmayarse y todo, y tú solo puedes pensar en la maldita boda?

-¡Oye tú no eres médico, él es el que dice si la niña se casa o no! -replicó Meli chasqueando los dedos

frente a su cara.

– ¡Pero seguro le manda a descansar! i¿No es cierto, doctor?!

-Bueno…

-Acaba de decir que solo un par de días, Rex! -le gruno Meli.

El médico se metió entre ellos y detuvo la discusión.

-A ver a ver, vamos a calmarnos. La paciente tiene una gripe estomacal común, no podrá atragantarse

con el menú de su boda pero definitivamente sí podrá casarse -sentenció. 1 Rex se cruzó de brazos,

rezongando molesto mientras Meli y Nathan terminaban de ponerse de acuerdo con el doctor. Sophi

se quedaría esa noche en el hospital y a la siguiente si todo seguía bien la dejaría irse a casa.

– Tú vete para que tranquilices al abuelo y a los niños le dijo Meli a Nathan en cuanto el médico se

fue-, Will y yo nos quedaremos con ella está noche.

-Está bien, cuida a nuestra niña-accedió Nathan abrazándola-. ¿Estás decepcionada?

— Un poco sí. La verdad estaba muy ilusionada con tener un bebecito en la familia -respondió Meli-.

Pero supongo que ella tiene que encontrar su tiempo correcto, a su persona correcta. ¿ No es así?

-Así es, amor -dijo Nathany Rex sintió que también una parte de él se llenaba de decepción, en

especial porque Sophi tenía las cosas demasiado claras:

Era cierto que había tenido dos meses para embarazarse y amarrarlo de alguna forma, pero ella no

era así, y él parecia que solo era capaz de demostrar cada vez más que no era la persona correcta

para ella.

Dejó atrás a Nathan y a Meli y se fue a la recepción a preguntar por el consultorio del doctor que

atendía a Sophia. Veinte minutos después estaba allí con él, teniendo la conversación más incómoda

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del mundo.

-¿Está seguro de que Sophia no debe quedarse hospitalizada una semana entera? -preguntó con

vehemencia.

– No, señor Lanning… – ¿Y ahora?

-No.

-¿Y ahora? -¡No!

– ¿Y ahora?

-¡Ya deje de arrojarine billetes, no la voy a dejar internada si no está enferma! – replicó el médico con

determinación. 10

Rex gruno y salió de allí más frustrado de lo que había entrado, y en la otra esquina del corredor,

desde donde lo espiaban asomados, Meli y Nathan chocaron los cinco. 2

-¡Qué ético es ese doctor! -dijo Nathan y su esposa lo miró como si dudara de su inteligencia. –¡Qué

ético ni que nada, no seas baboso, yo le pagué más! – replicó y Nathan hizo un puchero. -¡Ay Dios, mi

mujer es una madama peligrosa y eso que no estás en tus tacones rojos fatídicos!

-Ya sé, pero fijate que si Rex Lanning quiere impedir esa boda, iva a tener que hacerlo él mismo! –

gruñó Meli taconeando de regreso a la habitación de su hija. Creo que sería justo decir que Rex jamás

tuvo una peor noche en toda su vida. Estaba despierto en la cama, dando vueltas mientras su mente

volvía a Sophia una y otra vez. Nunca había esperado que ella rechazara la idea de tener un bebé con

él, y el sentimiento de frustración y decepción que brotaba en su pecho era casi insoportable porque

sabía que se lo merecia. 2

Con un suspiro, se levantó de la cama y salió a la noche. Vagó por las calles de la ciudad, intentando

aclarar su mente y averiguar qué hacer a continuación. Echaba de menos a su Abby.

desesperadamente, sintiendo que era casi imposible reconciliar la mujer de la que se había

enamorado con la que quería desde que era una niña. Porque algo si era seguro: Si hacía nueve años

Nathan se habría enfadado porque él le correspondiera a Sophia; ahora, impedir esa boda solo haría

que su mejor amigo lo castrara. ¡Fijo! ¡Con pincitas de manicure y sin anestesia!

El día lo encontró regresando a la casa, tomó su auto y se fue a la oficina a trabajar, pero aun asi era

tan suertudo que cuando represó en la tarde estaban trayendo a Sophi del hospital. Él le preguntó

cómo se sentía en tono nervioso y ella balbuceo el “mejor” más indiferente en la historia de la

humanidad,

Otra noche de no dormir.

Otro dia de no vivir.

Veinticuatro horas más sin ver a Sophi mientras ella se recuperaba en la tranquilidad de la casita de

huéspedes.

Por suerte la última noche antes de la boda la casa se revolucionó con las despedidas de solteros.

Nathan por supuesto se llevó a Will y él quedó de encontrarlos más tarde en un club del centro de la

ciudad.

Sophi no había querido hacer nada porque todavía no se sentia del todo bien, así que Meli había

pasado un rato con ella y luego se había ido a descansar. Rex aprovechó para colarse por una de las

ventanas y se la encontró acurrucada en la cama, tomando helado y viendo la tele.

Pasó un largo minuto en que se miraron, confusos, y luego Sophi dejó el helado a un lado para tomar

una bata de dormir y cubrirse más.

– ¿Qué quieres, Rex? – preguntó con acento cansado, -Yo… solo quería preguntarte cómo te sientes -

murmuró él. -Bien, agotada, pero mejor. Gracias por llevarme al hospital, como siempre, fuiste muy

oportuno -dijo ella.

– No hice nada, solo lo que tenía que hacer. -Respiró hondo y negó-Solo quiero que estés bien, Sophi.

Y lo siento por no haberte creído lo del embarazo. Sé que no eres esa clase de mujer…

A la muchacha le temblaron los labios, pero hizo acopio de todas sus fuerzas para no llorar.

– La verdad, Rex, es que ya no tienes ni la más mínima idea de la mujer que soy -susurro-. Sigues

aferrado a la niña que fui, pero ya no me conoces en absoluto y creo que así es mejor. Mañana todo

esto terminará justo a las cinco de la tarde, y para la noche Will y yo regresaremos a Europa y tú y yo

dejaremos de vernos. Nos ha ido bien así por los últimos nueve anos así que… supongo que eso no

tiene por qué cambiar. A Rex se le hizo un nudo en la garganta cuando la escuchó decir aquello. Sintió

una punzada de decepción al pensar en que no volvería a verla.

-¿Estás segura de que quieres casarte mañana, Sophi?- no pudo evitar preguntar. —-¿Y cuáles son

las opciones?

–¿Cómo que cuáles son las opciones?! ¡No estás enamorada de Will! -exclamó él. No tienes que

casarte, puedes… puedes seguir tu vida, eres una mujer fuerte, valiente, inteligente…

-¿Con gatos? –lo increpó ella con sorna-¿Tú me vas a regalar el primero, Rex? No quieres que me

case con Will porque según tú no estoy enamorada de él. ¿Entonces qué quieres? ¿Que salpa al

mundo y vuelva a repasar la lista de hombres a ver si me enamoro de alguno? ¿Eso es lo que

quieres?

– No…

–¿Entonces quieres que me quede sola? ¿Que sea la señora de los gatos? -replicó Sophia Qué tengo

que hacer, Rex, esperar a que te mueras para poder casarme con alguien de quien tampoco estaré

enamorada para no herir tus sentimientos? -Se llevó las manos a la cabeza y negó con cansancio–

Qué es lo que quieres, Rex!? ¡Maldita sem, dime qué es lo que quieres! —gritó mirándolo a los ojos,

pero el solo estaba pálido y callado, como siempre- ¿Sabes qué?

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Ya te di nueve años de mi vida, no voy a darte ni un solo segundo más. Debo ser la mujer más

estúpida de la tierra, pero hasta yo tengo darme cuenta de que no puedo esperar nada de un hombre

que no sabe lo que quiere. Por favor, vete. Necesito descansar, vete.

Rex grunó entre dientes pero terminó dándole la espalda y marchándose. Tenia un “te amo” enorme

atorado en la garganta, pero no entendia cómo era posible que no saliera. ¿¡Por que no salía!?

Se subió al auto y se encontró a Will, Nathan y un par de amigos en el caracteristico club de streep

donde celebraban la despedida de soltero. Bebió en silencio mientras los demás se divertian, pero

cuando Nathan levantó su trago todos se callaron.

-Ahora si, Will, me anunciaste el compromiso, pero no le pediste periniso a papá suegro, asi que más

te vale convencerme o mañana te echo por la borda antes de la boda – sentenció Nathan y todos

silbaron como si fuera una pelea de rap callejera,

-Papá suegro -dijo Will poniéndose solemnemente de pie–. Mis intenciones con tu hija son muy claras,

quiero despertarme con ella todos los dias, sacarle una sonrisa a besos, apoyarla en su trabajo,

ayudarla a cumplir sus sueños y hacerle muchos bebés hermosos lo más pronto posible.

-¡Aceptado! -gritó Nathan y Rex puso los ojos en blanco mientras bajaba un trago doble para soportar

aquello.

Will se acercó a la barra a pedir más tragos para todos y Rex se giró hacia él con incomodidad.

–¿De verdad vas a hacer todo eso?-le gruno.

-No es nada que no haya venido haciendo en los últimos nueve años-le susurro Will encogiéndose se

hombros-. Impulsándola, cuidándola, convirtiéndola en una profesional, queriéndola y follándomela

hasta por las orejas. -Rex se puso rojo de la rabia pero Will solo palmeó uno de sus hombros-.

Supongo que la estupidez de un hombre es la bendición de otro así que Rex, gracias por la tuya. ¡Y

recuerda practicar tu discurso para el banquete! – le grito al final mientras se llevaba los tragos. 2

“¡Es que yo lo mato!”, grunó internamente y se largo de allí temprano porque no tenia ningún sentido

quedarse. En aquel momento odiaba a Will, a Nathan y así misino más que a nadie.

Al día siguiente Meli levantó a todo el mundo temprano y para cuando Rex creyó que bajaba a

desayunar, ya sus amigos lo estaban arrastrando hacia el auto. En menos de una hora estaban en los

muelles y aquel enorme barco zarpaba con toda la familia a bordo. Rex quería pasarse el día ebrio y

medio, pero Meli simplemente no lo dejó, y para las cuatro de la tarde, cuando ya estaba vestido como

un maldito pingüino ella le entregó algo que Rex se quedó mirando.

-¿Qué es esto, Meli? -balbuceo viendo la cajita de terciopelo en su mano, pero cuando la abrió solo

eran unos aretes.

-Tu regalo para Sophi por su boda, me pareció que lo ibas a olvidar y creo que no me equivoqué. Por

favor llévaselos, sería lindo que los usara –respondió Meli y Rex caminó como un autómata hasta

aquel camarote donde se suponía que ya Sophi estaba esperando. Empujó la puerta… y lo que vio

simplemente le robó el aliento. Y justo en aquel momento, en aquel instante, Rex supo que prefería

dejarse matar por Nathan antes de permitir que Sophia se casara con otro hombre.

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