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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 59
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Helen estaba perdiendo el tiempo en su opulento chalé. Lucia, tal cual, la imagen del privilegiado despre

ocupado, con todo y vino rojo por la mañana, aún en su bata de dormir. Delante de ella se encontraba to

do un desayuno preparado y variado que sus empleadas

habían traido antes. Fue en ese momento que una llamada entrante interrumpió su conversación con Eri

ca, por lo que se apresuró a excusarse:

onvers

Te marco después, Érica. Necesito tomar esta llamada. — Después de eso colgó para poner a Maya en

la línea–. ¿Hola?

–Señorita Sarabia, soy yo, Maya.

– Maya, hiciste bien anoche.

–Gracias, señorita Sarabia, pero hay algo importante que necesito comentarle. Anastasia

estaba con el presidente Palomares anoche.

–Qué? —preguntó Helen, palideciendo.

Anastasia y yo teníamos que redactar un informe de evaluación anoche, pero el presidente Palomares t

ambién estaba ahí. Ambos se fueron juntos poco después.

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«Así que Elías era el hombre que acompañó a Anastasia anoche. ¿El podría ser el hombre al que se ref

ería Érica, el que se parece al niño de Anastasia? ¡Maldita sea! iAnastasia debió de actuar frente a él pa

ra ganarse su simpatia y que se comportase protector con ella!».

Helen sentía un odio indiscutible contra Anastasia. Creia que ella trataba de quitarle a Elias, puesto que

no podía descartar la posibilidad de que Anastasia se hubiese convertido en una mujer avara y hueca en

los últimos cinco años; aunque, siendo sinceros, ninguna mujer en su sano juicio podría rechazar a un e

spécimen tan perfecto como Elias. Helen apretó sus dientes y juró que no permitiría que Anastasia se sa

liera con la suya utilizando sus trucos sucios.

C

«¡No te robarás a mi hombre!».

Por su parte, Anastasia no apartó a su hijo de su vista en todo el fin de semana. Cuando al fin llegó el lu

nes, lo llevó a su escuela, en donde lo vio entrar con

alegría. Hasta ese punto fue que ella se relajo. Al notar la hora, se apuró en dirigirse

a la compañía. Bebió un poco de agua cuando entró a la oficina. Eran las

10 de la mañana, así que aprovechó y, armándose de valor, tomó el teléfono para marcar a la extensión

del presidente. No esperó mucho antes de que una voz grave contestara del otro lado.

–¿Hola?

–Soy yo, Anastasia. Yo... decidi que quiero conocer a su abuela.

Ella se expresó con algo de resistencia y tropezando un poco con sus palabras. Después de lo de anoch

e, había decido ser más accesible con Elías. Por algunos segundos, no hubo respuesta del otro lado de

la línea. Creyó que su corazón saldría volando de su pecho por la espera, pero al final pudo escuchar su

respuesta.

SU

–¿Cuándo estas libre?

–Estaré disponible siempre que sean antes de las 3 de la tarde –

contestó, puesto que a esa hora tenía que recoger a Alejandro y no tendría tiempo en la noche tampoco.

–Muy bien, entonces iremos en este momento ––confirmó con lentitud, su tono grave y seductor.

«Espera, ¿qué? ¿En este mismo instante? ¡Es demasiado pronto!–

pensó Anastasia, sintiendo que podia explotar en cualquier momento.

–Pero tengo trabajo – replicó, aunque ella misma podía escuchar lo forzado que sonaba.

–Entonces toma la mañana libre.

— Pero yo…

—¿Tendré que hacerlo por ti? —presionó, divertido.

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– No, está bien. Lo haré yo. –

No quería importunarlo y tampoco se arriesgaría a que comenzaran a correr más rumores sobre ellos.

–Muy bien. Te veré en la entrada principal en diez minutos –

confirmó con firmeza antes de terminar la llamada.

De esa forma, Anastasia fue a la oficina de Fernanda para pedir el día. Explicó que su hijo necesitaba de

esperarse, no la cuestionó y aceptó sin problemas. Por su parte, Maya se dirigió a la oficina de Anastasia

–¿Vas a un lado, Anastasia? – le preguntó con curiosidad.

– Necesito salir por un rato.

–Pero acabo de escribir este informe y esperaba que pudieras revisarlo.

– iDéjalo en mi escritorio! –comentó mientras se apuraba hacia el elevador.

Maya parpadeó y se apresuró a alcanzarla.

–Te acompaño. De cualquier forma, iba en camino hacia abajo para un té.

Ambas se quedaron paradas cerca de la entrada, aunque separadas. Maya jugaba con su teléfono a pro

que Anastasia se acercó a la calle cuando un carro familiar se aproximó. Miró a los lados para asegurars

«¿Anastasia saldrá en una cita con Elías durante el horario laboral?».

Sin perder el tiempo, tomó una fotografía y la envió a Helen. Por su parte, ella se encontraba caminando

de Maya y decía:

Señorita Sarabia, esta foto es de Anastasia entrando al carro del presidente Palomares. Parece que saldr